Un monumento a la fidelidad
Tras recuperarse, Fido comenzó a acompañar a su amo todos los días hasta la parada del bus en la plaza central del pueblo, y allí le esperaba hasta el anochecer. Este patrón se repitió por los próximos dos años, hasta aquella fatídica noche del 30 de diciembre de 1943. Era la Segunda Guerra Mundial, y la región estaba bajo el asedio de los bombardeos aliados. Una bomba cayó sobre la fábrica donde trabajaba Carlo Soriani y terminó cobrando su vida.
Incapaz de comprender lo sucedido, Fido llegó a la parada del bus como de costumbre. Tras una larga e infructuosa espera regresó solo a casa, pero todos los días, por los próximos 14 años, regresó a la parada del bus a esperar a su amo. Su historia cobró fama con los años y fue registrada en revistas de toda Italia. Tantos fueron conmovidos por su lealtad, que el alcalde de Borgo San Lorenzo le concedió una medalla de oro en presencia de muchos ciudadanos, incluyendo la viuda de Soriani.
Fido murió el 9 de junio de 1958 mientras esperaba por el retorno de su amo. Fue sepultado a las afueras del cementerio donde él yace. A finales de 1957, cuando Fido aún estaba con vida, la comuna de Borgo San Lorenzo construyó un monumento en su honor, que luego fue vandalizado por desconocidos. Este fue reemplazado por una estatua en bronce que todavía perdura solida e inamovible en la plaza Dante.
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