Después del 17 de Junio ...



Los resultados de las elecciones del pasado 27 de mayo dejaron al país en vilo. Aunque todo parecía indicar que Iván Duque y Gustavo Petro pasarían a la segunda instancia, pocos anticiparon que este último le ganaría a Sergio Fajardo tan sólo por unos puntos porcentuales. Con esto, la victoria de Petro estaría supeditada que este logre seducir a los votantes de Fajardo, a quienes votaron en blanco, a los indecisos, abstencionistas, y a la reducida minoría que votó por Humberto de la Calle. El electorado de Fajardo es un hueso duro de roer. Agrupa a detractores del uribismo, militantes de izquierda, aliados del proceso de paz, al igual que a opositores de Petro. No serán pocos los que votarán por Iván Duque para bloquear la victoria de este último. Algunos otros votarán en blanco para evadir toda responsabilidad en la elección de lo que consideran dos extremos: la extrema izquierda y la extrema derecha. Con el tiempo asimilaron el discurso polarizante de la derecha que considera a Petro como la encarnación del castro-chavismo, el socialismo del siglo XXI, el populismo, y la violencia insurgente, a pesar de su plataforma política fiel a los principios de la democracia liberal, el Estado Social de Derecho, y la Constitución de 1991. 

A la fecha los lideres de la coalición encabezada por Fajardo han guardado silencio. El ex-candidato parece insinuar que ni Petro, ni Duque, anticipando un hipotético apoyo al voto en blanco. Jorge Robledo calla, y mantiene a sus militantes del MOIR a esperas de la determinación del líder (cuadro) supremo. Claudia López, sagaz e intrépida, afirma que los votos no le pertenecen, pero desde ya calcula el potencial electoral de cara a las elecciones regionales del 2019.  Así las cosas, y a dos semanas de la segunda vuelta presidencial, reina la incertidumbre. De lo único de lo que podemos estar seguros es que a Colombia le esperan días difíciles sin importar quien se alce con la victoria. De ganar Duque habremos regresado a los aciagos tiempos del uribismo. La represión de la movilización social, el uso sistemático de la violencia para la resolución de conflictos, y la limitación de los derechos y libertades civiles. Las conquistas de los últimos años, incluyendo el acuerdo de paz con la insurgencia de las FARC, quedarían en vilo. Si gana Petro, este tendría que gobernar con un congreso liderado por la derecha, las mafias regionales, y los clanes políticos. Harán hasta lo imposible por bloquear cualquier esfuerzo de reforma social, política, o económica que comprometa sus privilegios. 

Después del 17 de Junio vendrán días difíciles para Colombia. Pase lo que pase los colombianos que soñamos con un mejor país debemos estar preparados para dar la lucha. No bastará con la buena voluntad, ni con demostraciones aisladas de cultura ciudadana, y muchos menos con el activismo vía redes sociales. Quienes aspiren a corregir el rumbo del país deben sumarse a la sociedad civil organizada, a las ONG's, a los sindicatos, a las Juntas de Acción Comunal, y a las organizaciones de base. Tendrán que hacer de cada calle y vereda una trinchera, y desde allí defender las conquistas logradas en los últimos años, y presionar para la ampliación de las mismas. Es necesario articular a las organizaciones que trabajan por separado en ámbitos de clase, raza o género. La movilización y resistencia activa serán claves para enfrentar la arremetida de la derecha y el fundamentalismo. Esta labor le corresponde a todos, no sólo a los líderes martirizados en los rincones distantes del país. Vendrán días difíciles, pero la lucha apenas empieza.  

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