La ironía de Venezuela


(El Universal, 1 de Abril de 1970)

Entre los años 60 y 80 eran los colombianos los que emigraban en masa al país vecino.Eran aquellos los buenos tiempos de la bonanza del petroleo. Una subida en los precios triplicó de la noche a la mañana los ingresos de Venezuela, y esta se convirtió de repente en un país prospero, y sus ciudadanos en bienaventurados. Hasta los pioneros del turismo en Colombia soñaban con atraer turistas venezolanos, a sabiendas de la creciente capacidad adquisitiva de los vecinos. 

Nadie sabia con certeza cuantos colombianos vivían en Venezuela, porque muchos cruzaban sin papeles. Un gobernador de Zulia dijo en 1971 que habían al menos 300.000 viviendo a lo largo y ancho del estado, y que la excesiva cantidad de migrantes ya había generado una crisis de salud pública. Los hospitales estaban desbordados, y ya casi no daban abasto para atender a los mismos venezolanos. Los colombianos que no eran deportados (ver la foto), vivían (y fundaban) barrios de invasión, y terminaban desempeñando empleos mal remunerados, que ni los mismos venezolanos querían ejercer. Pero para los migrantes cualquier pago era una pequeña fortuna. En los mejores años, cada bolívar equivalía a cinco pesos. Con las remesas enviadas, familias enteras en Colombia salieron adelante y llevaron vidas prosperas. 

Pero los años de la bonanza cesaron, y la crisis económica se devoró la buena fortuna de los venezolanos. Los años 80 estuvieron marcados por el desempleo, la inflación, y el desabastecimiento. Venezuela había desperdiciado la oportunidad de su vida, y en vez de generar una economía sostenible y sustentable, se hizo dependiente del petroleo y de sus precios caprichosos. El punto cumbre de aquella crisis fue el Caracazo, cuando los caraqueños de los barrios pobres se echaron a las calles para protestar en contra de las reformas neoliberales de Carlos Andrés Pérez. Todo terminó en una matazón de cifras incalculables.  

Hoy Venezuela afronta de nuevo tiempos difíciles. No es tanto el fracaso de la aventura socialista del chavismo, como una nueva etapa de un problema estructural que el chavismo no quiso o no supo resolver: la dependencia económica del petroleo. Ahora son los venezolanos los que emigran en masa al país vecino huyendo del hambre y el desasosiego. Irónicamente, los colombianos, embriagados con el prejuicio que ya les caracteriza, discriminan al forastero olvidando que hace años eran ellos los que cruzaban la frontera buscando un futuro mejor. Algún día, cuando los precios del petroleo vuelvan a subir, volverán los buenos tiempos a Venezuela, y sus ciudadanos regresaran a su patria. Detrás de ellos, se irán los colombianos,siempre presurosos a huir de un país que jamás ha conocido la fortuna de sus vecinos. 

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