Blas de Lezo, Vernon y Dionisio: el debate por la memoria histórica en Cartagena

Ataque de Vernon a Cartagena (1741)

Se puede estar en desacuerdo o no con que el alcalde de Cartagena, Dionisio Velez, haya decidido colocar una placa para honrar la memoria de las victimas del fatídico intento del Almirante inglés Edward Vernon de tomarse la ciudad en 1741. Quienes le critican sostienen que es una falta de respeto con la memoria de los defensores de la plaza colonial, y sobre todo con Blas de Lezo, quien comandó su defensa y cuya estatua esta justo detrás de la placa. Otros simplemente lamentan el gesto condescendiente y lastimero de un alcalde que se desvela mas por rendirle pleitesias a cuanta celebridad visita la ciudad, que por resolver los críticos problemas que afectan a las vastas mayorías cartageneras, comenzando por la abrumadora racha de homicidios que tan solo el mes pasado cobró la vida de mas de una veintena de personas, siendo la mas alta de los últimos años. Por otro lado, quienes le apoyan, y entre ellos quienes gestionaron la colocación de la placa (incluyendo al cuestionado ex-ministro Sabas Pretelt de la Vega), argumentan que ella bien podría servir para alentar la visita de cruceros y de turistas del Reino Unido. Tal argumento encarna un peligro aún mas serio que el irrespeto a la memoria de los defensores de la plaza, o a la actitud laxa y complaciente del alcalde, y es el hecho de que sea el turismo el que marque la pauta de la memoria oficial en Cartagena.

Desde hace mas de 50 años hemos modelado la estructura física de la ciudad (previa segregación y exclusión de sus locales) con tal de adaptarla a las expectativas de la industria turística. Como si no bastara, ahora se insiste en modelar la memoria histórica de modo tal que sirva a los mismos fines. Los dos procesos han marchado en paralelo y se han complementado mutuamente. El patrimonio material de la ciudad se impuso por encima de su patrimonio inmaterial y humano, y se construyó sobre la base una narrativa histórica mas apegada a la muralla, que a quienes murieron por edificarla. Siendo la memoria histórica el fundamento primario para la construcción de nuestra identidad étnica, cultural y social, es sumamente delicado que ella no sea el resultado de un examen juicioso de la historia, del debate entre académicos, y del dialogo de cara a la sociedad, sino de un ejercicio de marketing turístico pensado desde la dirigencia local, el empresariado turístico y un puñado de historiados empíricos. Mas peligroso aún es que esta versión deformada, unilateral y maniquea de la historia se filtre en las escuelas y que las nuevas generaciones se piense así mismas a partir de un discurso histórico sesgado y excluyente.

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