Rigoberta Menchu: lecciones para la paz



Las voces alternativas en http:/www.ovoces.blogspot.con continúan con el articulo "Contextualización y reivindicación de un "como sea": la institucionalidad y el lenguaje de la camaradería", de la autoria de Willian Castro Toppin. 
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Cuando tuve la oportunidad de conocer personalmente a Rigoberta Menchú, jamas pensé que las primeras palabras que escucharía de ella serían: "Los seres humanos son seres maravillosos". Es quizás lo ultimo que  tu esperarías escuchar de una persona cuya vida estuvo marcada por los aberrantes crímenes cometidos en su contra y en contra de su familia, por parte de otros seres humanos. Rigoberta nació en un empobrecido pueblo maya en el noroeste de Guatemala en 1959. Siendo aún bastante joven, debió soportar la primera de  una larga cadena de experiencias trágicas: su hermanito de tan solo dos años de vida, murió producto de la desnutrición. En plena dictadura militar, su padre, un experimentado activista campesino, fue asesinado en 1980 durante la brutal retoma de la Embajada de España por parte de la policía guatemalteca. Meses después, su madre fue secuestrada, torturada, violada y mutilada. En total, durante los años de la dictadura y la guerra civil, Rigoberta perdió a sus padres, dos hermanos, una cuñada y tres sobrinos y sobrinas. Sin embargo, ella se envolvió aun mas en la defensa de los derechos humanos y el reconocimiento de la identidad y la cultura del pueblo maya. Tildada de guerrillera y consecuentemente perseguida por el gobierno guatemalteco, debió huir del país en 1983, sin abandonar el activismo y la lucha por la paz. Todo esto le hizo merecedora del premio Nobel de Paz en 1992. 

Su trágica experiencia de vida definitivamente contrastan con sus palabras, su actitud llena de calma y su inocultable sentido del humor. Frente a la pregunta de como logró superar tantos hechos amargos, ella con la misma serenidad de siempre respondió: "Yo no sufro espiritualmente". Reiteró sus ansias de vivir, de la felicidad, de su compromiso para con su pueblo y de la renuncia a la auto compasión. Habló del perdón y de las condiciones necesarias para conseguirlo. De su propia experiencia confrontando a los asesinos de su padre, a quienes ella logró perdonar de corazón. Para Rigoberta, el perdón solo es posible cuando la victima confronta a su victimario, y cuando este ultimo reconoce su culpabilidad. Solo así el victimario puede ser perdonado, y su victima puede superar el duelo y seguir adelante con su vida. 

Es mucho lo que uno puede aprender tras escucharla tan solo durante algunos minutos. Pero ninguna lección para mi resultó mas practica que aquella sobre como podemos superar nuestros odios, aprender a perdonar y recobrar la plenitud de nuestras vidas. Es una lección que los colombianos deberían retomar sin demoras. Por lo menos para exorcisar el odio que les nubla el entendimiento, y que les impide concebir una solución al conflicto armado mas allá del uso indiscriminado de la violencia. Mientras una proporción importante de los colombianos celebra y respalda los actuales diálogos de paz entre el gobierno y las FARC, muchos otros se niegan a admitirlos y cuestionan una de las contadas acciones sensatas del gobierno de Santos. Estas actitudes no las comparto, no las justifico, aunque las comprenda. Tras casi 50 años de guerra ininterrumpida, de crímenes brutales cometidos por la insurgencia, es difícil perdonar. Pero la experiencia de Rigoberta Menchú demuestra que si es posible, que se pueden superar las amarguras y se puede vivir a plenitud. Los colombianos tenemos la oportunidad de volver a confiar una vez mas, pero las circunstancias también nos obligan a actuar, a no asumir una actitud pasiva frente a la paz, y a no esperar que nos venga importada de Noruega, ni de "las montañas de Colombia", ni del Palacio de Nariño. Debe ser nuestra conquista, y debe ser nuestra exigencia. 

Comentarios

  1. Me parece un texto, muy pertinente para el momento que se vive, y deja lecciones no sólo para temas nacionales, sino también de orden personal. Lo difundiré.

    Atte,

    William J. Castro-Toppin

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  2. Muy buen texto. Rigoberta Menchú es seguramente una lección de vida.

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  3. Buen texto y excelente legado por parte de Menchú. Ojala lecciones como esta llegaran más allá y en verdad haya perdón para que no se viva lo que ahora con tanto desmovilizado inundando las calles de pandillas, aparentando haber dejado las armas mientras contaminan las calles de grandes ciudades. así como puede haber perdón?¿

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