"50 girls waiting for you": mujeres caribeñas a su servicio



Las voces alternativas en http://www.ovoces.blogspot.com continuan con el articulo: "Cartagena, una vez, una bomba de tiempo", de la autoria de Harold Carrillo Romero
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Jamas le pagaría a una mujer por sexo. Tengo razones elementales para no hacerlo. En principio, porque creo que soy lo suficientemente joven y "apuesto" para no tener que recurrir a esos medios tan elementales. En realidad, lo que tengo es una posición bastante compleja frente al tema de la prostitución. No condeno, ni jamas condenaría a una mujer que viva de tal ejercicio. Es una labor milenaria, presente en todas las etapas de nuestro trasegar en la historia. Tampoco constituye un delito en nuestro pais. Ni su ejercicio, ni el disponer de sus servicios. Sin embargo, creo que el cuerpo de la mujer es mancillado, sometido y humillado cuendo se ejerce esta practica. 

Nunca he ido a un bar de strippers, y dudo mucho que pudiera sentirme a gusto viendo una jauría de hombres exaltados y jadeantes, como perros hambrientos, detrás del cuerpo desnudo de una mujer. Solo en una ocasión aprecié un espectaculo similar, y debí retirarme cuando me hastié de ver las manos ansiosas recorriendo los muslos, la entrepierna y el abdomen de la morena exuberante que bailaba para ellos. No tenía mal cuerpo, en lo absoluto. Debía medir unos 1.60, su piel era oscura, sus cabellos ensortijados, y sus senos eran pequeños, y el resto de su figura era esbelta y armoniosa. Pero lo que en realidad recuerdo, mas que otra cosa, era su rostro. No sus rasgos faciales, sino la expresión de su cara, los ojos perdidos, los labios enmudecidos, como simulando una excitación que realmente no experimentaba. Tras verla, tras ver el rostro de los hombres que me rodeaban, miré a una chica de 20 años que se encontraba a un par de metros de donde yo estaba. Me quedó mirando fijamente, como si esperara una respuesta de mi parte, una explicación de lo que acontecía a nuestro alrededor. Opté por bajar la cabeza, y caminar en silencio hacia mi puesto, mientras los hombres que no habían desertado de aquel espectaculo, terminaban de devorarse con los ojos y con la manos a la morena exuberante de 1.60. 

He escuchado historias increibles, que escapan a mi comprensión, y de las cuales solo podría dar fé si las veo con mis propios ojos. Mujeres que son rifadas en los bares, junto a botellas de licor, y habitaciones en hostales de mala muerte. Jovenes que venden sus cuerpos recien desvirgados, por unos cuantos dolares. Los turistas aprovechan y completan su travesía por el tropico, satisfaciendo con ellas sus deseos mas retorcidos. Pero el nativo no desaprovecha tampoco y se esfuerza por sacarle beneficio material al asunto. La lamina que ustedes pueden apreciar en el encabezado, la encontré en una de las calles del Centro historico. Está en ingles desde luego, porque va dirigido a los turistas extranjeros que nos visitan, y no solo con la intención de apreciar nuestras playas y nuestro corralito de piedra. Cuando lo encontré, una hilera de carros que estaban parqueados a mi derecha, los tenian colgados en los limpiaparabrisas. 

"50 girls waiting for you" ("50 chicas esperando por ti"), reza el encabezado. En el centro de la tarjeta una mujer exitosamente proporcionada, expone sus dotes con la adecuada censura. Pero lo mas relevante, lo mas diciente, esta a su lado. Un par de palmeras que salen de cada costado, y que junto a la muchacha recrean los simbolos del Caribe exotico, lleno de feminas supuestamente dispuestas a complacer sin reparos las ansias del hombre blanco.


Comentarios

  1. Interesante columna compañero Orlando, algo similar me ocurre en las pocas veces que he estado en sitios así.

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