¿Qué le espera a Cartagena en el 2021? Lecciones aprendidas y caminos posibles

Cartagena despide el 2020 dejando una estela de muerte. En diciembre se triplicaron los fallecimientos por COVID-19 con relación al mes de noviembre (se pasó de 51 muertes en noviembre a 151 muertes en diciembre). Los contagios se duplicaron. El índice de ocupación de UCI es del 58%, según datos oficiales, aunque los rumores hablan de un 70-85%. A pesar del llamado de la Mesa por la Salud de Cartagena y Bolívar, las autoridades distritales no declararon la alerta naranja hospitalaria. Mientras ciudades vecinas como Santa Marta y Barranquilla establecieron medidas de distanciamiento social para prevenir el incremento de los contagios durante las fiestas de fin de año, las autoridades de Cartagena solo establecieron medidas tibias (toque de queda en algunos barrios y pico y cédula en centros comerciales) que luego fueron levantadas. El fin de año se vivió con relativa normalidad. Inclusive, el pasado 28 de diciembre, durante la transmisión del programa "Prevención y acción" de la Presidencia de la República, el alcalde Dau invitó a los turistas nacionales a visitar la ciudad. Afirmó:

Cartagena está abierta para recibirlos a todos en esta temporada de vacaciones. Cartagena está tan segura o más segura que la gran mayoría de ciudades en Colombia.

Son inciertas las razones por las cuales el alcalde Dau se negó a establecer medidas de distanciamiento social. Es la opinión de muchos —y estoy de acuerdo— que no lo hizo para evitar el impacto económico de las mismas, quizás a pedido de los gremios de comerciantes y hoteleros de la ciudad. Mientras tanto, se perdieron días valiosos. Es probable que una vez termine la temporada turística, a mediados del mes de enero, se establezcan medidas más estrictas. Para ese entonces el estado de la ciudad probablemente será dantesco. 

En términos globales, recibimos el 2021 con un panorama más alentador. La creación de varias vacunas nos hace pensar que estamos cada día más cerca del final de la pandemia. El gobierno colombiano espera vacunar a millones de personas antes del mes de abril. Mientras tanto, toca recurrir a estrategias similares a las que evitaron la propagación del virus durante los primeros meses del año pasado, entre ellas, el pico y cédula, los toques de queda, e inclusive, el confinamiento. Ya lo hicieron en Europa, aún medio de las fiestas de fin de año. Frente a ese escenario probable es necesario volver sobre las lecciones aprendidas del año pasado. Entre marzo y agosto vivimos más o menos confinados. ¿Qué pasó en Cartagena durante estos meses?¿Cómo hizo la ciudadanía para sobrellevar el encierro y sus implicaciones? Todavía no lo sabemos con certeza. Pero tres temas fueron motivo de preocupación, y en ellos las autoridades demostraron una gestión poco eficiente:

1. La estrategia de seguridad alimentaria fracasó. Durante el 2020, solo el 39.5% de los hogares en Cartagena tuvieron acceso a tres comidas al día y más de 40.000 hogares comieron solo una vez al día o incluso menos. En términos de seguridad alimentaria, la ciudad quedó de última entre las 23 ciudades más importantes.

2. Con el confinamiento, los índices de violencia doméstica y de género aumentaron notablemente. Sin embargo, la apertura de los hogares de paso para mujeres en situación de riesgo se dilató. La presión por parte de la Mesa del Movimiento Social de Mujeres de Cartagena y Bolívar aceleró la apertura a finales del mes de mayo. En julio, la misma organización alertó que las comisarías de familias en Cartagena cerrarían sus puertas, debido a que no contaban con recursos suficientes para su funcionamiento. 

3. La coerción se convirtió en la principal estrategia para garantizar el distanciamiento social. Esto suscitó el incremento de medidas policivas, y con esto, el aumento de casos de brutalidad policial, sobre todo, en los barrios empobrecidos y racializados de las periferias. En agosto, Harold Morales, un joven de 17 años, fue asesinado por la Policía Nacional en el barrio San Francisco, en un hecho que sigue siendo materia de investigación. 

La gran lección del 2020 es que en Cartagena es necesario pensar la pandemia del Covid-19, no solo como un evento de salud pública o como un problema económico, sino como un fenómeno social y cultural. La Alcaldía lo asumió de esa manera cuando propuso algunas iniciativas novedosas que le apostaron a una solución pedagógica y no policiva, entre ellas, el programa Barrio Heroico, —una estrategia de la Alcaldía y liderada por la Escuela de Gobierno, se propuso incentivar la auto-regulación ciudadana y el distanciamiento social a través de recursos pedagógicos. En una decisión desafortunada, la Alcaldía suspendió el programa en septiembre y solo lo reactivó el diciembre, frente al incremento de la tasa de contagios. 

Se hace necesario, que las autoridades acudan a las ciencias sociales y humanas para comprender la pandemia como fenómeno social y cultural, y así actuar de manera más asertiva. Como afirma Rachel Middlemass, investigadora de la London School of Economics, estas ciencias y/o disciplinas pueden orientar la toma de decisiones y que estas sean implementadas de manera más efectiva en contextos sociales diversos. Por ejemplo, está claro que hay que priorizar lo pedagógico por encima de lo coercitivo, aunque en este punto sea inevitable recurrir a medidas de confinamiento. Por otro lado, hay preguntas ineludibles que no pueden ser respondidas sin el auxilio de la antropología, la sociología, el trabajo social o la historia. Por ejemplo, ¿Por qué las personas evitan el uso de tapabocas en los barrios y áreas domésticas, pero lo hacen en zonas comerciales e institucionales? ¿Cómo preservamos la vida cultural y festiva de la ciudad sin exponer a intérpretes y audiencias?¿Cómo aprovechamos el espacio público (playas, parques, plazas, etc) sin generar aglomeraciones?

Estás respuestas están muy por encima de la capacidad de burócratas, políticos de carrera y tecnócratas. Esto requiere del auxilio de la academia y la sociedad civil organizada. El destino de la ciudad necesita de todas y todos. La retórica patriarcal del Alcalde, quien se hace llamar "el papá de los cartageneros", es poco conveniente. La ciudad no necesita un mesías, sino un gobierno eficiente que trabaje de común acuerdo con las fuerzas vivas de la ciudad. De lo contrario, nada bueno nos depara en el 2021. Aquí vale la pena recordar aquella frase de "La peste" de Albert Camus: 

"[A las autoridades] lo que les falta es imaginación. No están nunca en proporción con las calamidades. Si les dejamos obrar solos, sucumbirán, y nosotros con ellos". 

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