Un monumento a la fidelidad


Persiste la condena en contra de los monumentos erigidos en honor a personajes históricos asociados a la historia de la esclavitud, el racismo y el colonialismo. Durante las últimas semanas, el criterio se ha endurecido y personajes que antes eran celebrados como los iconos del mundo moderno han sido sentenciados por haber proferido comentarios racistas en algún momento de sus vidas. Por ejemplo, Ghandi, quien combatió al colonialismo inglés con su filosofía de la no-violencia, y Rousseau, uno de los protagonistas de la Ilustración. 

Por muy duro que se hayan endurecido los criterios hay monumentos erigidos a personajes que están libres de toda mácula. Contra ellos no pesa ninguna condena. Tal es el caso de un monumento, ubicado en la plaza Dante de la ciudad de Borgo San Lorenzo en Italia. Este rinde homenaje a Fido (1941-1958), un perro callejero que se hizo celebre por su fidelidad incondicional. Nació en Luco di Mugello, un pequeño pueblo cerca de Florencia en 1941. Una noche, Carlo Soriani, un trabajador industrial, se lo encontró tirado y malherido a un costado de la carretera. Carlo lo recogió, curó sus heridas, para luego adoptarlo. Él y su esposa decidieron bautizarlo Fido, que proviene del Latín "fidus" y que significa “fidelidad”.

Tras recuperarse, Fido comenzó a acompañar a su amo todos los días hasta la parada del bus en la plaza central del pueblo, y allí le esperaba hasta el anochecer. Este patrón se repitió por los próximos dos años, hasta aquella fatídica noche del 30 de diciembre de 1943. Era la Segunda Guerra Mundial, y la región estaba bajo el asedio de los bombardeos aliados. Una bomba cayó sobre la fábrica donde trabajaba Carlo Soriani y terminó cobrando su vida. 

Incapaz de comprender lo sucedido, Fido llegó a la parada del bus como de costumbre. Tras una larga e infructuosa espera regresó solo a casa, pero todos los días, por los próximos 14 años, regresó a la parada del bus a esperar a su amo. Su historia cobró fama con los años y fue registrada en revistas de toda Italia. Tantos fueron conmovidos por su lealtad, que el alcalde de Borgo San Lorenzo le concedió una medalla de oro en presencia de muchos ciudadanos, incluyendo la viuda de Soriani.

Fido murió el 9 de junio de 1958 mientras esperaba por el retorno de su amo. Fue sepultado a las afueras del cementerio donde él yace. A finales de 1957, cuando Fido aún estaba con vida, la comuna de Borgo San Lorenzo construyó un monumento en su honor, que luego fue vandalizado por desconocidos. Este fue reemplazado por una estatua en bronce que todavía perdura solida e inamovible en la plaza Dante.

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