La realidad mas allá de las palabras: el ejercicio de la política en el "mundo real"


No se si los estudiosos de las ciencias políticas tengan la "película clara" de como se vive y se ejercita la política en el "mundo real", allí donde se actúa sin reparar en los estatutos del partido, en el ideario del movimiento, o en el códigos de ética, allí donde tiene mucha mas influencia la imagen de Jorge Isaacs (el del billete de 50.000 pesos), que cualquiera de los destacados políticos de la actualidad nacional. Aquel es el "mundo real", por todos conocido, pero por nadie combatido. Dirigentes y militantes de izquierda, derecha o centro, aprendieron a convivir con el, y siempre terminan amoldando los discursos complejos, a las dinámicas mas simples y vivenciales de la realidad.

Cuando suena la campana, y se abre el escenario electoral, los actores políticos comienzan a mover sus fichas. Las maquinarias, apagadas durante el periodo inter-electoral, vuelven a ser encendidas y la "fiesta democrática" arranca. Los trabajadores y funcionarios públicos, indistintamente de la calidad de la labor desempeñada, o de la destreza demostrada en el oficio, son removidos para abrir paso al nuevo ejercito de desempleados, que recogen los procesos iniciados y prometen culminarlos, inclusive, aún careciendo de formación y experiencia para conseguirlo. Pero esto ultimo es intrascendente. Su principal función, y la razón por la cual fueron instalados en los nuevos lugares de trabajo, es operar la maquinaria electoral, y así devolverle al "cacique" político el favor otorgado. Tan simple como se oye. Ahora bien, el sistema es a prueba de astutos. Las ordenes procedimentales vienen desde las altas esferas. El primer mandatario del distrito, municipio, corregimiento o vereda, envia la orden. Esta es acatada por sus fieles secretarios, quienes a su vez delegan el mando a sus hombres y mujeres de confianza, quienes son finalmente los que se encargan de "estirpar" los remanentes.

Mientras tanto, en la otra acera, estan los numerosos trabajadores que perdieron su forma de ganarse la vida. Todos ellos, empleados sub-contratados, fácilmente removibles. Sin la flexibilización laboral (una herramienta neo-liberal, al servicio del sistema burocratico) este escenario hubiese sido imposible. Los procesos que ayudaron a construir, quedan paralizados, y son reasumidos nuevamente, sin que exista garantia alguna de que serán llevados a buen puerto. Finalmente, las consecuencias de una estructura clientelista, anti-meritoria, y desde todo punto de vista, injusta, se traduce en el desmejoramiento progresivo del sistema publico y por supuesto, de la democracia misma.

El problema de un sistema basado en las relaciones clientelares, es que se hace mas fuerte con el paso del tiempo. La élite aferrada al poder, halla en el clientelismo la forma mas efectiva para mantenerse allí. Con dinero y cargos burocráticos a su disposición, compran la conciencia de cientos de hombres y mujeres, que movidos por el miedo y las necesidades, sirven a su "señor" sin oponer resistencia. El día de las elecciones, ya la suerte está echada, y rara vez, existe marcha atrás. Así es la política del "mundo real": cero discursos, cero ideales, solo conciencias compradas y seres humanos arrodillados.

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